viernes, junio 20, 2008

Crónica lisboeta

Lisboa es la capital de Portugal, ya sabeis, esa parte de la peninsula modelo de indepencia, que rompió sus cadenas del yugo españolista hace un tiempo (allá por mediados del siglo XVII) en la que hablan algo así como gallego con acento silibante y que parece que estan obrigados a decir gracias. Gente curiosa los portugueses, según leí en un periodico en esos días, acaba de llegar la electricidad a un municipio del norte lindante con Galicia, cosas de geopolítica, seguro. Aunque no siempre fueron los vecinos pobres de España. Hubo un tiempo en el que castellanos y portugueses se repartieron el mundo (literalmente) Fue, si mal no recuerdo, en el Tratado de Tordesillas en el siglo XV. Eso de estar entre Castilla y el Fin del mundo supongo que les avivó el ingenio y la bravura. Navegantes indómitos, abrieron el camino de la conquista europea del mundo buscando las Índias por el camino correcto. Hay una sentencia que habla bien del espíritu portugues: "Nos somos los mejores marinos del mundo, después nuestros hermanos los ingleses y tras ellos, los cerdos españoles que nos copiaron todo". Fueron una potencia colonial hasta el fin de la dictadura de Salazar (1974) con dominios en África (Angola y Mozambique) Asia (Goa en Índia, Macao en China, Islas indonesias como Timor) u Oceanía (Nueva Guinea) La Revolución de los claveles (25 Abril de 1974) es uno de los momentos estelares de la historia contemporánea portuguesa cuando unos cuantos militares, hartos de guerras coloniales, gerontocracia e instulticia tomaron las calles con sus chatarras y con claveles en los cañones derribaron la dictadura. Maria de Medeiros dirigió hace unos años una peli que lo cuenta a la perfección, Capitanes de Abril. Tal euforia no volvería a repetirse hasta 30 años después (tal y como me dijo el administrador del hostal) con el rollo de la Eurocopa. Y fue Grecia con su antifutbol y les jodió.
Mauri se regocijaba en comentar la decadencia de Europa, con sus ruinas, sus recuerdos de grandeza, su estrechez (geográfica) y es en Lisboa donde la Decadencia se convierte en arte. El orificio nasal de la peninsula es una ciudad calurosa, decadente, romántica. Especialmente Alfama, el casco viejo del pueblo. Un batiburrillo de callejuelas y escaleras que llevan a lo alto de la colina donde está el Castillo de San Jorge, Alfama es la cuna del fado, ese melancólico cantar que viene de aquellos lisboetas que escapando de Napoleón se exilaron en Brasil a principios del siglo XIX y echando de menos sus cuestas y su Tejo se quejaban del fatum, el destino. En 1755 medio pueblo se quedó en ruinas por un terremoto y el Marqués de Pombal, personaje insigne de la historia portuguesa (y mundial si me apuras) reconstruyó una Lisboa en ruinas. Calles perfectamente geométricas, plazas urbanitas y largas avenidas no fueron las únicas proezas de este aristócrata que nada le tendría que envidiar a Carlos III. La primera medida que impuso este despota ilustrado tras el terremoto fue reconstruir la horca (Orden público ante todo) y otra de sus proezas ha devenido en un rasgo diferenciador portugués. El rejoneo. Me explico. Como el Marqués quería demostrar que los portugueses son más civilizados que los españoles prohibió que se matase a los toros en público, que sólo se le podría chulear desde el caballo sin tipos duros a pié de pista. Para que os hagais una idea de como era el señor Marqués, su estatua no es ecuestre ni pijadas de esas. Está con una mascota, un león, desde donde divisa la desenvocadura del Tajo por los siglos de los siglos.
Sobre la vida nocturna, Beth y yo somos gente calmada (y un poco tacaña) así que no fuimos por la zona de marcha aunque ya pudimos ponernos las botas de una pseudo-sangría en el hostal y buen vino de Ribera del Duero portuguesa (clara competencia al Rioja, aficionados al vino) Eso sí, hice de turista y me endosaron un montón de cogollos de camomila después de que el dealer me siguiese durante un cuarto de hora y yo me enterneciese. Todavía me da rabia, me cagüen su lusa madre.
Los portugueses me demostraron ser tan buenos en logística como nosotros. El sábado para el partido Portugal-Tuquía la peña del hostal se había agenciado una Televisión. Pero no hubo forma de ver el match porque se les había olvidado traer el mando a distancia y no se podían sintonizar los canales. Los portugueses desesperados, terminamos viendo el partido en internet entre snagría y sangria y comiendo lomo y pollo a la barbacoa. Fauna de hostal. Ese día, como había barbacoa con sangría hasta reventar nos reunimos casi todos los huespedes del hostal. La mayoría gringos (mejor dicho, gringas) pero también alemanes, franceses y yop. Los portugueses eran los que llevan el negocio. Cenamos a gusto, nos emborrachamos e hicimos amistades. Buen rollo el de los hostales.
Aunque nos quedamos sin poder ver fado en directo visitamos sitios turísticos de las afueras. Vimos de lejos la Torre de Belén y el casino de Estoril de camino a Cascais, un pequeño pueblo en la costa. Casas blancas, playa, una taberna irlandesa repleta de brits fosforitos y un parque público de lujo. Los animalillos trotaban a placer por el parque entre los paseantes. Pavos reales, patos, gallos, gallinas, ocas, gansos, tortugas y las ratas del aire (o palomas) estaban por ahí en libertad para mi sorpresa. Estaba flipando con los pavos reales, tan tranquilos, tan chulescos, como divos que no escapaban de las fotos. También visitamos Sintra. Sintra es otra localidad turísticas de las afueras de Lisboa que antaño era lugar de reposo de la aristocracia. Entre otras cosas visitables hay un castillo moro del siglo VIII en mitad del monte desde donde se divisa el Atlántico. Junto a este momumento a la historia viva hay un palacio del siglo XIX que es famoso por sus extraños relieves y arquitectura. Se llama el Palacio da Pena y los místicos del mundo mundial se emocionan al pensar en este sitio como un lugar esotérico y místico. No se, a mi me pareció una extravagancia, también en mitad del monte, lo que más me gustó fueron las vistas del patio. Ya en el pueblo hay otro palacio, que tiene su origen en un palacio del Taifa o walabi o como se diga (el señor feudal moro) con dos grandes chimeneas dedicadas a hacer azulejos. Hoy en día es el museo nacional del azulejo o algo así. Como fuimos en domingo, el pueblo estaba peta'o de turistas, pero peta'o peta'o, al estilo Benidorm pero en plan cultural.
Bueno, no se me ocurre nada más, espero que os hayais hecho una idea de como es Lisboa, a mi me gustó mucho. Espero que otros ñikoñakos compartan también sus impresiones de la afueras de Usategi, que aunque no lo parezca son muy amplias y hay mucho que contar, ya ya se que es dificil de creer pero os aseguro que es verdad. Espero que Bambino nos haga alguna crónica de su pueblo teutón (Wagenwachen o como sea) con sus turcos en Mercedes, sus solterones barriendo el ayuntamiento y su frío polar invernal. Matius también nos puedes deleitar contandonos la intensidad de las rotondas jaenís y 100 metros pa'llá. También Potxolocotodoloco nos puede dar más news from Ponferrada, buenas esta vez si puede ser contandonos como es el Bierzo en verano y que tal son las carreteras para petar la moto o el Lexus. Sigo pensando que si ÑK no va al mundo, el mundo tendrá que ir a Ñikoñako...
P.S.: como no consigo poner afotos, podeis verlas to'itas en mi galeria...

3 comentarios:

Bambino dijo...

Me ha gustado mucho la cronica, Markel eres un artista.

MATIUS dijo...

Ellos nos llaman cerdos, pero lo que no dices es que son todos medio gitanos.

Bambino dijo...

Jajajaja, Matius, que grande eres. Esas aportaciones a la convivencia mundial que nos das siempre no carecen de cierta verdad universal, un abrazo campeon.

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